26.5.08

Experimenté un oscuro vacío con la única certeza de que la mente ensayaba formular una visión que lo reparara todo adentro, pero fracasaba. La única secuencia onírica que llegó consistió en que contesto mi celular, me explican la situación y agregan, "dame más tiempo, casi lo logro". ¿Una llamada héctica desde mí mismo?

25.5.08

"Escribir es cargar a cuestas con el veredicto del Juicio Final", dijo Edvard Munch, en su diario íntimo.


Otro sueño: Estoy ante la pantalla de esta computadora, el campo que proyecta comienza a disminuirse hasta volverse un solo pixel al centro. El pixel se vuelve cada vez más luminoso, como concentrando más y más poder. Y después no pasa nada. Resolución congelada.


17.5.08

Sueños dispersos:

Recorro una suerte de montaña lisa, de bordes resbalosos, en medio hay una cueva. No es una montaña, es una tortuga gigantesca, retraída, con la cabeza agazapada dentro el caparazón. Su respiración, un viento acre que emerge o succiona; sus inmensos párpados cerrados, agrietados y llorosos.

*

Camino por la Universidad, se oyen los gritos enardecidos de una multitud, la policía sobreviene y deshace la manifestación con violencia excesiva. La masacre es espantosa.

*

Voy por distintas estaciones del metro, con un frasco en la mano. Bajo y abandono el frasco en una abertura, sobre los túneles que comunican los sentidos de los trenes. En el frasco hay un feto. Pese a que es apenas un embrión, reconozco en rostro de un viejo antagonista. Llego a casa, mi casa de antaño, no hay electricidad. Me invade una inquietud creciente, me parece ver movimiento en las sombras... pues sé que es sólo cuestión de tiempo para que el feto abandonado intenté finalizar una suerte de venganza.


10.5.08



Selva nocturna. Un hombre yace boca abajo, está inconsciente o duerme o está muerto. De un árbol que se adivina en las sombras, desciende una inmensa serpiente. Lo rodea, gira sobre sí misma como gozando el momento, juguetea con el cuerpo. Finalmente lo devora, comenzando por la cabeza, de una forma que sólo podría calificarse de amorosa, delicada, lenta y paciente. La quijada del reptil se disloca para dar cabida al tronco, pronto sólo los pies asoman de su boca y desaparecen, mientras se enrosca con una mirada lánguida y satisfecha dirigida a sí misma, desde la oscuridad.

Esta madrugada desperté con la sensación de haber soñado una escena bíblica vetada, omitida o ausente.


5.5.08



Un biplano de plástico rojo a escala en mis manos, lo reconozco como un juguete muy querido de mi infancia y me sorprende encontrarlo intacto, me llena de una rara felicidad. Pero, en la realidad, nunca tuve un juguete así.

El sueño de anoche.




3.5.08



Un médico calvo, de proporciones grotescas y aire vulgar, dice que, según las pruebas, mis riñones han dejado de funcionar. Ante las cortinas vaporosas del consultorio, en una suerte de claroscuro, el médico fuma, expele un humo denso y lento. Mira hacia arriba. Y, sorpresivamente, agrega sin voltear a verme: "El cuerpo humano es el caleidoscopio del vacío".

El sueño de anoche.


Una frase que perdura de la charla con mi padre (a quien sólo veo unas tres veces al año), dicha muy al principio: "A mí ya no me importa enfermar, de lo que sea". Mi padre, Doctorado en Ciencias en una universidad francesa, que una lejana tarde de hace 25 años me soltó el único golpe que recuerde, durante un regaño. Me veo ante el instante de la duda, la súbita resolución... devuelvo el golpe con todas mis fuerzas, y otro, y otro más que no hacen la menor mella, pero si crea algo parecido a una mirada de rencor de su parte (quizás es la memoria, subjetiva y traidora porque está ligada a nuestros afectos). A veces creo que allí empezó todo, una suerte de segunda vida, de errancia en la furia, donde la sumisión arde y la sedición triunfal, por sutil que sea, ha reemplazado al orgasmo en su papel de "pequeña muerte".