17.5.08

Sueños dispersos:

Recorro una suerte de montaña lisa, de bordes resbalosos, en medio hay una cueva. No es una montaña, es una tortuga gigantesca, retraída, con la cabeza agazapada dentro el caparazón. Su respiración, un viento acre que emerge o succiona; sus inmensos párpados cerrados, agrietados y llorosos.

*

Camino por la Universidad, se oyen los gritos enardecidos de una multitud, la policía sobreviene y deshace la manifestación con violencia excesiva. La masacre es espantosa.

*

Voy por distintas estaciones del metro, con un frasco en la mano. Bajo y abandono el frasco en una abertura, sobre los túneles que comunican los sentidos de los trenes. En el frasco hay un feto. Pese a que es apenas un embrión, reconozco en rostro de un viejo antagonista. Llego a casa, mi casa de antaño, no hay electricidad. Me invade una inquietud creciente, me parece ver movimiento en las sombras... pues sé que es sólo cuestión de tiempo para que el feto abandonado intenté finalizar una suerte de venganza.