10.5.08



Selva nocturna. Un hombre yace boca abajo, está inconsciente o duerme o está muerto. De un árbol que se adivina en las sombras, desciende una inmensa serpiente. Lo rodea, gira sobre sí misma como gozando el momento, juguetea con el cuerpo. Finalmente lo devora, comenzando por la cabeza, de una forma que sólo podría calificarse de amorosa, delicada, lenta y paciente. La quijada del reptil se disloca para dar cabida al tronco, pronto sólo los pies asoman de su boca y desaparecen, mientras se enrosca con una mirada lánguida y satisfecha dirigida a sí misma, desde la oscuridad.

Esta madrugada desperté con la sensación de haber soñado una escena bíblica vetada, omitida o ausente.