5.12.08

Sobreviene un silencio abrupto, que lo interrumpe todo: El edificio entero se mueve. Por la ventana atisbo que el horizonte se ladea un poco, es casi imperceptible. Pero el movimiento está allí, después recupera lentamente su alineación original. Entonces la estructura reanuda su desplazamiento, que parte de la derecha a la izquierda, en línea recta, similar al desplazamiento regular de una escalera mecánica. El silencio cala los oídos, es peor que un zumbido, produce una sensación física de dolor, como una aguja. Desde la ventana la perspectiva cambia, no hay otro movimiento más que el horizontal. La ciudad está vacía, afuera no hay una sola señal de vida. Y luce gris, quizás debido a una ligera bruma o a que las ventanas están ligeramente empañadas.

Mi respiración se acelera. Taquicardia.

El desplazamiento cesa, el sonido vuelve. Abro la puerta, salgo a la calle a mirar donde estoy. El centro de una explanada lisa de concreto, que en algún punto lejano está divido en varias placas, y luego algunos árboles. No reconozco el lugar. El edificio luce mucho más alto de lo que es en realidad. Es decir, de lo que era. La bruma aquí es más densa, me alejo unos pocos pasos, desconcertado. Escucho algunos pájaros, pero no puedo verlos. La visibilidad apenas y llega a unos pocos metros, camino en linea recta y sin mirar atrás. Estoy perdido, no reconozco nada.