18.11.08

"Vivo mi soledad como quien convive con una enfermedad venérea", me dice una mujer (a todas luces Greta Garbo, en su plenitud) en medio de una suerte de cena elegante. Lo dice en un idioma que entiendo pero no reconozco, quizás es sueco. Ella sostiene una copa de vino entre sus elegantes manos, comienza a reír mientras el resto de los comensales prosiguen con lo suyo, no reconozco a nadie más. "Existe más de un Valhalla porque existe más de un tipo de guerra", agrega. Y se desvanece. La blancura de sus hombros se entrelaza con la del techo iluminado por la primera luz del día.