20.3.08

Todo el día de ayer viví el presentimiento de lo que viviríamos esa noche... Allí a algunos metros de distancia, sobre las vías del metro, iba caminando un gato adulto visiblemente confundido y enfermo. Trataba de escapar de una trampa arquitectónica que nunca podría comprender. Al final del túnel, la luz roja del tren brilló un instante, anunciando lo inevitable. A nadie más que a nosotros pareció importarnos su condición irresoluble. Entonces vimos inmediatamente qué hacer: Nos dimos la vuelta, nos alejamos, cerramos los ojos y nos cubrimos los oídos. No fue evasión, sino evitar llevarnos imágenes y sonidos que no olvidaríamos nunca. Ya tenemos suficientes.

Esto es el horror, el absoluto horror de la insuficiencia...